Mario Roso de Luna
Mario Raimundo Antonio Roso de Luna (Logrosán, 15 de marzo de 1872-Madrid, 8 de noviembre de 1931) fue un abogado, masón, teósofo, astrónomo y escritor español.
Conocido como El mago rojo de Logrosán, astrónomo y escritor, se definía a sí mismo como teósofo y ateneísta, y fue activo miembro del Ateneo de Madrid.
En sus libros, Roso aplicó la doctrina teosófica a múltiples campos, como la musicología (Beethoven, teósofo, Wagner, mitólogo y ocultista), Las mil y una noches (El velo de Isis), los mitos precolombinos (La ciencia hierática de los mayas) y el folclore español (El libro que mata a la Muerte, El cual describe hechos del mundo antiguo). Tradujo al castellano las obras de Blavatsky y produjo una larga serie de libros propios, agrupados en la llamada Biblioteca de las Maravillas. Colaboró también en la recogida de romances y otras tradiciones populares extremeñas y fundó la revista teosófica Hesperia, editada en Madrid de noviembre de 1921 a febrero-marzo de 1925.
Colaborador habitual en diversas publicaciones: periódicos como El Globo, El Liberal, La Libertad o La Voz de Extremadura; revistas como La Esfera, Nuevo Mundo, Nuestro Tiempo, El Telégrafo Español, El Álbum Ibero-Americano, La Ciudad Lineal, Revista de Extremadura, Alma Extremeña, Revista del Ateneo de Madrid, Boletín de la Real Academia de la Historia, y, por supuesto, revistas teosóficas como Sophia (Madrid), El Loto Blanco (Barcelona), Boletín Mensual del Ateneo Teosófico, Zanoni (Sevilla), Vida y Ciencia (Sevilla), La Luz del porvenir (Valencia) o Lumen (Tarrasa) y también en algunas extranjeras como La Verdad (Buenos Aires), La Cruz Astral (Chile), Virya (Costa Rica), O Pensamiento (Sao Paulo) o Isis (Lisboa).
Ha quedado noticia, quizá legendaria, de que en su lecho de muerte dijo a sus allegados: «Ningún hombre es indispensable. No me lloréis. De una sola manera honrareis mi memoria: ¡Continuad mi obra..! ¡Superadla!».
Fue enterrado en el Cementerio civil de Madrid.
Su iniciación fue en Sevilla, tras el informe favorable de “Paracelso”, Fausto” y Schopenhauer”, adoptando el nombre simbólico de “Prisciliano”, en la logia “Isis y Osiris”, siendo V. M. Diego Martínez Barrio.
La mayoría de los miembros de esta logia eran conocidos y amigos de Roso de Luna. Pertenecían a la Sociedad Teosófica, eran profesores, médicos, abogados y entre ellos algún político como el V.M. indicado. De hecho casi todos aparecen como personajes camuflados levemente en su novela iniciática De Sevilla al Yucatán que entonces tuvo varias ediciones y hace unos años tuve el honor de prologar su edición en Brasil.
El 15 de diciembre de ese mismo año 1917, siendo Ven.: Maes.: y Secret.: de dicha logia los HH.: “Prim” y “Voluntad” respectivamente, envían la “plancha de quite”, a petición del interesado, al Gran Consejo de la Orden; apareciendo más tarde, con fecha de 7 de febrero de 1918, la aceptación de su afiliación en “Fuerza Numantina” de Madrid, con el grado 4º.
La prueba de su iniciación masónica y su exaltación a los grados siguientes hasta el 4º en aquellos días de enero, la tenemos en los recibos que se encuentran entre los documentos privados de su archivo, donde también está el del abono realizado (27´50 Ptas.) para trasladarse a la logia “Fuerza Numantina” de la que fue Orador y, perteneciendo a la misma, recibió el resto de los grados filosóficos hasta el 33º.
Va a continuar como miembro honorario de “Isis y Osiris” y en más de una ocasión será su representante en
actos y Asambleas celebradas en Madrid, por todo ello le nombrarán Venerable Maestro Honorario en tenida
del 17 de diciembre de 1928, siguiendo quizás el ejemplo de la logia “Fraternidad” de Málaga que el 25 de
mayo de ese año, “vista la gran labor masónica desarrollada por vuestra visita a estos valles” le nombra
Hermano honorario de aquel taller.
También la logia “Lealtad” de Barcelona le había nombrado suplente para la Gran Asamblea de mayo de
1921; en carta de agosto de ese mismo año la logia “Jovellanos” de Gijón le invita a visitar su nuevo templo,
y, dos años antes, el 8 de diciembre de 1918, “La Catoniana”: le felicitó “por vuestro brillante discurso
pronunciado en la tenida blanca verificada el pasado día 4 en el Teatro de Benavente”.